Acompañados de una guitarra, papel, lápiz y junto a las vivencias de la realidad de nuestro país se empezó a construir esta canción que es fiel reflejo del sentimiento y la percepción de víctimas directas e indirectas del conflicto armado en Bucaramanga y su área metropolitana.

Posteriormente, decidimos que la cumbia era el ritmo musical adecuado para esta composición, su carácter tradicional en nuestro país, la suma de raíces negras, indígenas y blancas, además de la posibilidad de conjugar los sonidos de los tambores y la gaita con instrumentos modernos,  permite dejar en manifiesto que el conflicto armado nos acompaña desde el pasado y ha afectado nuestro presente.

El trabajo colaborativo con el grupo de tambores Sandunga de la Universidad Pontificia Bolivariana seccional Bucaramanga posibilitó encontrar el rumbo musical apropiado, el folclore de nuestra tierra y constatar, en gran medida, que el fomento de la cultura de paz se da a través de la suma de voluntades.

Esta cumbia viaja por el río y trae consigo: el llanto de la guerra, la tristeza por la pérdida de un ser querido , la capacidad de superar la adversidad  y la esperanza de un país mejor.